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Los concursantes de la última edición del reality ‘Supervivientes’ han tenido que enfrentarse a la tradicional y temida prueba cultural. En esta ocasión, han usado un objeto flotante en forma de pirámide, donde cada nivel conllevaba un mayor riesgo y una mayor dificultad para mantenerse en equilibrio.
Los supervivientes han tenido que responder preguntas y, en caso de acertar, se mantenían en su nivel. En caso contrario, debían subir un peldaño en esas pirámides donde la inestabilidad podía hacerles caer al agua y perder la prueba. La falta de cultura general ha sido el centro de la vergüenza para muchos de los concursantes, que han vistos sus carencias y fallos en respuestas que parecían obvias.
El primer concursante en caer ha sido Bosco, tras no saber responder a la pregunta de cuántas patas tiene un centollo, pero le siguieron Asraf, quien tampoco ha sabido contestar a algunas preguntas como la de cuál era la montaña más alta del mundo antes de que se descubriera el Everest. Tras ellos, el collar se ha debatido entre Jonan, Artur, Alma y Adara. La hija de Raquel Bollo resultó ser la nueva líder.
Entre las preguntas de la prueba cultural, también se realizó un test de conocimientos sobre el mundo de la cocina, lo que provocó que los concursantes demostraran sus carencias en la materia sin excepción.
En cualquier caso, la prueba cultural ha dejado bien claro que el conocimiento general, la cultura y la curiosidad son necesarios para afrontar una prueba que a priori parece sencilla. Aunque la competición es dura y agota física y mentalmente, es importante no dejar de lado el aspecto cultural y mantenerse abiertos a aprender siempre, hagan lo que hagan en el futuro.